Mi amiga
Miss Sybarite es una apasionada del futuro y las nuevas tecnologías. Esta mañana he leído un correo electrónico suyo picándome con la posibilidad de que desaparezca el formato papel de nuestras vidas en los próximos años. En él me enviaba una entrevista a
David Lee King, al que definen como bibliotecario 2.0, y tiene un
blog la mar de interesante. Lee King afirma que es mejor informarse con la
Wikipedia que con la
Enciclopaedia Britannica de papel.
En esto estoy de acuerdo. Pese a las críticas a la Wikipedia, ya que hay mucho vándalo y se puede cambiar cuando uno quiera -yo mismo colaboro en ella-, siempre hay gente que vigila la exactitud de los datos. Las enciclopedias de papel están muy bien, pero tienen el problema de que no se pueden actualizar. Pese a que a mí me encante bucear entre volúmenes de papel de estas enciclopedias, llegará un momento en que esa información se pueda encontrar en la Red. Eso sí, para ahondar en informaciones menos comunes -y más creíbles-, posiblemente a la biblioteca de papel le quede mucho tiempo todavía como herramienta efectiva.
El caso es que Lee King afirma que al papel le queda poco como formato de transmisión de información. Lo mismo que opina mi amiga, con la que he hablado muchas veces de ello. Yo me niego a pensar así, aunque diga que soy del siglo diecisiete, y por razones que a mí me parecen obvias.
El papel es fácil y rápido de usar, es barato y, sobre todo, hay una grandísima cantidad de productos que dependen de él (y no hablemos de las industrias papeleras). Las texturas de las pinturas sobre papel, las acuarelas y otro tipo de cuestiones harán que el papel de calidad no deje de producirse. Las fotografías están muy bien en marcos digitales, pero como siempre la gente querrá tenerlas en formatos más "estables" (lo digital depende de la electricidad, no lo olvidemos).
Es decir, que los formatos que contienen la escritura tienden a no desaparecer. De los que conocemos: piedra, madera, arcillas, metal, papel, papiro, pergamino, tablillas de cera (y no hablemos de metacrilatos, plásticos, pantallas de televisión-ordenadores-lectores de libros)... el único que de verdad ha desaparecido por completo son las tablillas de cera de los romanos; porque aún la cerámica -en una proporción ínfima, es cierto- se usa para escribir alguna cosa.
Lo que sí es cierto es que cada vez hay un exceso de información muy difícil de guardar en formato de papel, lo cual hará avanzar los formatos electrónicos. Sin embargo, no hay nada mejor que un papel para hacer borradores, anotar ciertas cuestiones en una reunión.
Sin embargo, todo será cuestión de modas y gustos. Un libro no deja de ser decorativo, las pantallas electrónicas cansan los ojos más que el papel... habrá gente que considerará los libros como algo elitista...
Vamos, que no creo que dentro de cien años no haya libros o papel. Habrá menos, pero seguirán con nosotros... acompañados de varios
gadgets tecnológicos que nos ayudarán a encontrar información de forma rápida y sencilla. Hay espacio para todo.