El jueves fue el día del libro y yo estaba dispuesto a hacer una pequeña reseña de uno de los libros que más me ha fascinado en los últimos tiempos: Pasiones, piojos, dioses... y matemáticas, escrito por el profesor Antonio J. Durán. Aunque soy un hombre de letras puras, resulta que cuando hacía los ejercicios me resultaba la mar de sencillo aprobar las matemáticas (con el agravante de que llegué a tener un 10 en un examen de recuperación de dos evaluaciones, que terminé en menos de media hora y, además, le corregí un error a la profesora a la hora de corregirme). Así que leer sobre matemáticas siempre me ha gustado.
El caso es que el libro de Durán habla sobre lo que son las matemáticas y para qué sirven. Hasta el punto de explicar de manera muy divulgativa cosas que uno no entendía cuando le daban clase. Siempre he pensado que el problema de la ciencia es que no se explican desde el punto de vista humano. Sin embargo, el autor consigue explicar el porqué de los axiomas, para qué sirve resolver un problema y qué tiene de arte y pasión las matemáticas.
La única cosa que no me ha hecho disfrutar a tope del libro es que quizás su lenguaje es demasiado rebuscado y que el artificio del diálogo entre autor y una lectora imaginaria es un poco pesado. Pero hay que reconocer que tiene sentido, imitando los diálogos de los filósofos griegos y, sobre todo, porque el autor exhala una erudición sorprendente. El libro es denso, pero divertidísimo, ya que cuenta la historia vital de muchísimos matemáticos... enseñando que esta ciencia es arte y pasión (Pasión)... mezclando historias mitológicas (Dioses) y anécdotas vitales pero crueles, como la de los matemáticos polacos que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial alimentando piojos (Piojos).
Yo tenía ganas de volver a aprender matemáticas, pero con libros como éstos, en los que a uno le explican de forma coherente y divertida qué es y para qué sirve una raíz cuadrada -por poner un ejemplo-, me han entrado más aún. Ahora he de buscar un libro que me enseñe desde el principio (¿algún consejo?).
Con divulgadores como éstos el futuro de los jóvenes matemáticos está asegurado. ¿Que serán pocos y una élite? Es probable... pero no hay que dejar la miel para la boca de los cerdos (a menos de que éstos se quieran acercar a ella).
Nota: he descubierto el Centro Virtual de Divulgación de las Matemáticas, Divulgamat; y también he podido acceder a una entrevista al autor en un blog de esta otra página llamada Ingenio Mathematica. Echadles un vistazo.