La cita de la semana


"Nueve personas no pueden gestar un bebé en un mes"

Wernher von Braun.


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sábado, 27 de abril de 2013

Los falsos sinónimos de los españoles: Enseñanza como Educación y empresario como emprendedor


Hoy, por este tuit de Borja Adsuara me he dispuesto a ponerme al ordenador, después de una semana con muy pocas ganas (aunque vivo con ellos, y los adoro, a veces me canso como si fueran una pareja y necesito darme un aire), porque me ha venido a la mente una idea que me rondaba desde hace tiempo. La manía que tenemos los españoles de confundir un sinónimo con una palabra igual a otra. Pasa con la política, que tendemos a pensar que es sólo de los partidos, cuando es de todos y hay política ciudadana y partidista (la de los partidos); pasa también con la "enseñanza", a la que se le llama "Educación" (como si fuera lo mismo, que no, aunque parecido) y últimamente, como me contó Iñaki Arrola en el último Iniciador León (del que soy uno de los organizadores), con "emprendendedor" como "empresario".

Sinónimos son, sí, pero no significan exactamente lo mismo. Hay matices. Y son matices importantes sino importantísimos. Tendemos en este país a simplificar mucho las cosas: "Si es sinónimo, es igual"; pues no, no lo es. Si no no habría palabras parecidas, oiga.

La Enseñanza no es Educación porque es parte de ella
Vamos a ver. Los profesores tienen la manía de llamar Educación a lo que hacen, cuando en realidad enseñan. Sí, enseñan cosas, actitudes sociales, forman y educan en sociedad (a comportarse en grupos de trabajo y en la calle), pero los padres también enseñan a los niños cosas en casa y educan. ¿Quién tiene la mayor parte de la educación y quién la de la enseñanza? Está claro, aunque los dos trabajan en lo mismo, la Educación está más en las familias y la Enseñanza en el colegio, en los profesores.

Por tanto, la confusión está en que la Educación es un elemento global que se compone de varias partes, la enseñanza, la formación y los valores (que se reparten los sociales en gran mayoría el colegio como la Enseñanza Vial y los personales en la familia, como los valores y el comportamiento ético con los demás). Llamar Educación a la Enseñanza es una de esos trucos de los políticos que siempre usan palabras grandilocuentes. No debería llamarse Ley de Educación, sino Ley de Enseñanza. La Educación se compone de partes que, incluso, se enseñan en los grupos terciarios sociológicos (primario: la familia; secundario el colegio, instituto, la pandilla; terciario: empresas, instituciones, organizaciones) que tienen también sus normas de comportamiento o Educación. Y la ética personal, la coherencia, la ecuanimidad y muchas cosas más se observan y aceptan desde la individualidad. Por mucho que un profesor quiera educar, no lo puede hacer completamente; su labor es enseñar a que la gente tome el camino correcto y el alumno tenga conocimientos básicos para seguir aprendiendo por su cuenta.

Emprendedor como empresario, tampoco es así
Como bien dijo Iñaki Arrola en la cena del último evento Iniciador León del 16 de abril, "preocupa que lo del emprendedor sea una moda". Por una parte estoy de acuerdo con él, si entendemos que ser emprendedor es ser empresario; por otra parte no, creo que es fundamental que los españoles entendamos el emprendimiento como lo que es. "Emprender" es "iniciar", "singladura" es un camino; Colón no se fue sólo de aventura a descubrir la ruta más corta a Cipango (Japón), sino que hizo una "empresa" con Isabel de Castilla y León (conocida como La Católica) que pagó el viaje (ojo, Colón nunca supo que había descubierto un continente distinto, eso fue Américo Vespucio). Una empresa es algo que se inicia para conseguir un objetivo. Puede ser económico o personal como escalar el Everest. Unos padres que van a tener un hijo son emprendedores, porque emprenden un camino, lo inician y lo siguen con el objetivo de educar a un pequeño ser humano para que sea independiente cuando ellos falten (que todos faltaremos algún día). Emprender es iniciar una asociación para cualquier objetivo, comenzar un desafío matemático o un puzzle para terminarlo. Hay muchísimos emprendedores que no son empresarios ni lo quieren ser.


Un desafío, eso es lo que es emprender. Un desafío con un objetivo. ¿Puede un funcionario ser emprendedor sin ser empresario? ¡Por supuesto! Si quiere mejorar la Administración tiene una empresa de altos vuelos y bien difícil. Si quiere ser más efectivo, si quiere servir mejor al ciudadano y, sobre todo, si quiere eliminar los fallos (lo que pasa es que los sicarios de la nómina, gracias a David Álvarez @Balhisay por el término, protegidos por el privilegio del trabajo para toda la vida que consiguieron en un examen sólo por tener memoria retentiva, le machacarán por el camino llamándole de todo). ¿Una persona o empleado puede emprender sin ser empresario? ¡Claro!

Lo que ocurre es que la diferencia entre emprendedor y empresario es la responsabilidad que uno asume cuando comienza a trabajar para ganar dinero por sí mismo. Se arriesga. Su dinero, bienes, su casa. No todos los emprendedores están preparados para ser empresarios... ni todos los empleados están preparados para seguir siéndolo. En un país con los problemas de desempleo que tenemos lo lógico es que las lecciones de los emprendedores hagan pensar a muchas personas en convertirse en empresarios, pero el empresario, que todo el mundo lo sepa, tiene una doble aventura: convencer a los demás y superarse a sí mismo y sus propios problemas. No es fácil. Nada fácil, pero si es bastante satisfactorio si tienes la capacidad de inventarte a ti mismo en todas las situaciones y conseguir tus objetivos.


Por cierto, no confundan al empresaurio con un empresario. Lo que se está generando en la actualidad en España es gente que quiere vivir de sus propias ideas y esfuerzo. No gente que se quiere hacer rica o maltratar al empleado emprendedor. Porque como con la Ley de la Gravedad, todo lo que es igual tiende a juntarse. El nuevo empresario valorará muchísimo al empleado emprendedor, el viejo empresaurio al empleado sicario al que usará a su conveniencia por un dinero. Y sí, la mierda también tiende a juntarse. Yo, como emprendedor (y empresario, quién me lo diría hace cinco años), no quiero sicarios, quiero emprendedores en plantilla... y no me temblará la mano a la hora de echar al empleado tóxico. No porque no trabaje sus horas, sino porque no da la talla.

Y esto, que lo tenga claro todo el mundo, es lo que hay que hacer. Juntarse con gente que emprenda en su sector. Que sepa que esto es una aventura de fondo con muchos hitos y objetivos que cumplir. Que se divierta en una aventura a veces loca, a veces difícil. Emprendedor como persona; lo de ser empresario es para unos pocos, lo de ser emprendedor para sacar adelante este país (y dejar de lado a los sicarios y empresaurios) es una empresa de todos. Y vaya que sí, una aventura apasionante. Fijemos ese objetivo y dentro de unos años a este país no lo conocerá "ni la madre que lo parió".

Y para eso es importante enseñar, educar y comprender que por ser sinónimos no son palabras iguales, sino parecidas y con matices. Los valores del emprendimiento y los de la empresa son parecidos, pero no llevan a los mismos objetivos. Y menos mal, porque no todo debe valorarse con dinero pero sí por el esfuerzo y la inteligencia a conseguir objetivos beneficiosos para cada uno y para la mayoría.

Nota: y añado aquí la última entrada del Blog de Fátima Abril. Más a huevo no lo ha podido escribir. No dejéis de seguirla, muy inspiradora para conseguir la postura emprendedora y la mejora personal.

sábado, 5 de mayo de 2012

Tengo la necesidad de mejorar en todo lo que hago: ¿Esto será grave doctor? ¿Malo para la salud?

Hace tiempo, mucho tiempo que no escribo por aquí. Deciros que me voy a centrar por ahora en cosas de filosofía de trabajo, sin olvidar la Ciencia y la Tecnología, pero creo que es cuestión de humanizar las prácticas científicas para que este país las comprenda mejor y aprobemos esta asignatura pendiente que, desde tiempos de los árabes en la que sacábamos sobresaliente, tenemos como suspenso en nuestro inconsciente colectivo.

No es que sea cierto, ingenieros de todo tipo como los navales de la época Moderna y gente como Torres-Quevedo, De la Cierva y Alejandro Goicoechea (entre muchos otros como nuestros nóbeles científicos en Fisiología como Ramón y Cajal y Severo Ochoa) han demostrado que España era una potencia en investigación e ingeniería (aunque no en el podio, de las diez primeras durante casi toda la Historia Moderna y Contemporánea; si es que los españoles si no estamos en el podio nos creemos una castaña, ya nos vale).

Pero el caso es que todos estos tenían algo en común: que querían mejorar todo lo que hacían. Tenían una imperiosa necesidad y lo cumplían. Somos muchos los que queremos trabajar así, mejorando; aunque no seamos premios nóbeles. La mayoría hemos sufrido las frases "no sé para qué te molestas", "siempre estás igual no sabes dejar las cosas como están", "pero si ya funciona" y más puñetaditas de los que no piensan como nosotros.

Sin embargo, también es necesario saber que hay diferencias entre mejorar y ser perfecto. La gente confunde términos... y el que es perfeccionista no mejora. Vamos a indicar las claves para mejorar en tu trabajo y en lo que haces (tengo que agradecer a Héctor Robles, de Domo, que me haya inspirado para escribir este artículo, por cierto; que de bien nacidos es ser agradecido).

Evite la confusión de términos
1.- Perfeccionismo no es sinónimo de éxito: no se me equivoquen. Ser perfeccionista es malo, malísimo. El perfeccionista puro no suele terminar nada porque está completamente insatisfecho con lo que está haciendo. Además, somos seres humanos y, aunque alcanzáramos cierta perfección, una vez terminado el trabajo el listón subiría otra vez y veríamos que ya no es perfecto. Las obsolescencia de la perfección es inmediata. Olvídense de ser perfectos, porque entonces nunca podrán ver los fallos que pueden mejorar un proyecto. La perfección es como la muerte. Más allá no hay nada.

2.- Busque la excelencia, la perfección es limitarse: la clave está en buscar la excelencia. Esta es momentánea y es una búsqueda, no un objetivo. Una vez se ha hecho algo excelente, tendrá un tiempo mayor de obsolescencia (es decir, que servirá para un momento concreto y se irá haciendo viejo o inútil con menor rapidez) y se podrá mejorar. La excelencia se puede medir con una curva asíntota matemática (la que nunca llega a alcanzar una recta, pero siempre se le acerca)... y ofrece muchas más posibilidades que la supuesta perfección.

Lea, mezcle, pruebe y aprenda con la experiencia
1.- Lea mucho, mucho sobre todos los temas: es necesario saber de muchas cosas. Lea, no estudie. Algún día se acordará de algo que le servirá para mejorar algo. Lea humanidades y ciencia, mucha filosofía y algo de motivación. Lea artículos de todo tipo. Lea revistas. Lea periódicos. Lea el papel higiénico si es necesario. No intente aprender, lea sin más... algún día se acordará de algo mientras esté buscando una solución a un problema. ¡Bingo!

2.- La genialidad no está en la perfección, sino en la mezcla: junte algo que a todo el mundo le parezca imposible. A alguien se le ocurrió mezclar aceite y vinagre... y todos disfrutamos de la vinagreta. Este es el secreto de la genialidad. Si es científico, lea sobre filosofía, epistemología de la ciencia y sobre todo humanidades. Si es humanista, por favor, aprenda matemáticas (sin esa herramienta es imposible comprender el mundo que nos rodea) y lea de física, biología y economía. Aprenda de la forma de trabajar de aquellos que cree que no saben de qué hablan. Cuando tenga una noción de lo que hacen los que aparentemente son sus enemigos, estará preparado para mejorar de verdad las cosas.

3.- Pruebe cosas raras y quédese con las sorpresas: sí, mezcle y pruebe. No pasa nada por estropear las cosas. Observe los resultados. Si es Historiador reúnase de geólogos, biólogos, físicos y demás científicos -junto con algún economista- para comprender las verdaderas motivaciones de las personas y sus útiles en los momentos históricos que estudie. Pruebe a ver qué le cuentan. Si es científico o ingeniero, pruebe a debatir con humanistas las consecuencias sociales de su investigación. Escuche lo que le cuenten. Sacará unas conclusiones sorprendentes porque podrá descubrir cosas en las que jamás habría pensado, aunque no esté de acuerdo con ellas. Aprenda a sorprenderse con lo que los demás le dicen. Acostúmbrese a la sorpresa... y sabrá aprovecharse de ella en beneficio de su trabajo.

4.- Aprenda de sus errores y de sus éxitos:: los errores, que tanto odiamos, son la mejor consultoría gratuita de todos los tiempos. A Edison, que llevaba cientos de intentos para crear una bombilla duradera e industrial, le preguntaron si se desesperaba por no conseguirlo tras tantos fracasos. Contestó más o menos esto: "¿De qué fracasos me habla? Yo he descubierto cientos de formas de cómo NO hacer una bombilla"; la segunda parte de esto, que nunca se dice, es que pudo comprobar el comportamiento de ciertas materias ante la electricidad y mejorar el cableado y descubrir los elementos que servirían para protección ante la misma. Y de los éxitos aprenda también: siempre hay una cosa que no se ha podido mejorar sea por tiempo o por dinero (que la rentabilidad es necesaria para poder competir), o siempre ha habido un éxito que ha terminado matando la gallina de los huevos de oro. No es que desconfíe de todo, sino que no debe fiarse de nada que crea que es perfecto. Todo se acaba o se puede mejorar.

Sobre todo, busque su motivación y CRÉASELO: puede hacerlo
1.- Si no le apetece, no lo haga: estas cosas tienen que salir del corazón, de la apetencia humana, de la pasión. Si no le gusta o no le apetece en este momento, no lo haga. Perderá el tiempo.

2.- Si las circunstancias le obligan, esfuércese aunque no le apetezca: ya, ya... que es todo lo contrario a lo anterior... pero a muchas veces ocurre. En este caso intente mejorar el proceso de lo que no le gusta hacer hasta que le guste a usted o pueda soportarlo. No vea el trabajo como una forma de ganar dinero, sino de divertirse incluso riéndose de él. Busque algo que le motive... y aprenda de los matemáticos: la reducción al absurdo ha confirmado muchísimas cosas lógicas que con el pensamiento normal eran complicadísimas de asumir. A esto lo llaman pensamiento lateral. Usted puede hacerlo, no me diga que no.

3.- ¿Que no se puede hacer? Ya, que lo piensen otros: sólo voy a decir una cosa. Los americanos llegaron a la Luna en menos de diez años pasando a los soviéticos por encima pese a que les llevaban cuatro años de ventaja en astronáutica. Punto.

4.- Póngase unas normas y cúmplalas; puede ser aburrido pero es efectivo: estas cosas cuestan es evidente. No es fácil. Sea constante, aprenda las normas de la epistemiología científica y de la ética humana. Las normas de su profesión. Lea cómo hacer las cosas de forma básica pero correcta. Una vez que tenga interiorizadas esas normas atrévase, pero sólo un poquito, a romperlas con coherencia para mejorar algo. Cuando esté acostumbrado, si ha seguido estos cánones, podrá inventarse otras nuevas porque sabe lo que hace. La diferencia entre un artista y un artesano estriba en que el primero se conoce la normativa y hace cosas refiriéndose a ella y la rompe de forma genial; el artesano se inventa normas con técnicas... pero no tienen mucho sentido en general. Sea artista si quiere mejorar, artesano si quiere una afición.

5.- CRÉASELO. Que puede; fijo, pero fijo, fijo: oiga, que si se cree que puede correr una maratón la correrá siempre que entrene con un plan establecido. ¡Incluso subir el Everest es posible hasta para un ciego!

6.- Sepárese de los negativos y los agoreros, busque a los soñadores con cabeza: como se pegue a los que no creen que se puede hacer algo -y se puede tarde lo que se tarde y gaste lo que se gaste-, usted no lo hará. Es así de cruel y sencillo. Aléjese de ellos. Lárguese. No les tome en serio en ese momento. Pase de su opinión. Igual le llaman soberbio, pero ellos sí que son soberbios cuando le critican sus ideas, ¿no? Seamos humanos y entendamos que hay gente pa tó y pa ná. Es sencillo. Si a usted le gusta y se lo cree... pues es asunto suyo, no de los demás. Eso sí, no espere loas a su pequeño éxito momentaneo... fijo que le dirán que "ellos lo podrían haber hecho mejor". Qué fácil es ser un hayque, ¿verdad?

6.- Y, por último, si no le apetece... ¡Que no lo haga coño!: ya se lo dije en su momento si no quiere hacerlo, cuando no le va la comida en ello, no lo haga. Por mucho que le critiquen. Igual es gente que quiere que lo haga por usted... ¡Porque a ellos no les apetece tampoco! Si no le sale del corazón... déjelo. No sólo vivirá mejor sino que, además, encontrará algo que sí quiere hacer y le saldrá muchísimo mejor.

Así que si usted es un creador y un mejorador, no se preocupe (o sí). Es grave, es difícil, pero es muy gratificante. Y no le pasa nada que no le pase a muchos otros. Júntese con ellos. Que hay muchos lugares para reunirse, o búsquese uno y publicítelo para reunir a la gente como usted para hablar de mil cosas (sí, vale hasta de fútbol) y aprender cómo mejorar cada día. ¿Se da cuenta de que nuestro tiempo es limitado y no sabemos cuándo se acabará? No es necesario dejar algo para la posteridad o ganar un premio Nóbel, con estar satisfecho de usted mismo, divertirse y compartirlo con gente que lo aprecia (ayudándoles de paso y que ellos le ayuden a usted) vale.

¡Vaya que si vale! ¡Merece realmente la pena!